En la antigüedad, los científicos eran llamados filósofos y tenían conocimientos sobre una gran variedad de temas. Su formación la adquirían principalmente en academias, como fue el caso de los griegos, y en monasterios o en universidades a partir del Renacimiento. La enseñanza, hasta antes de que surgieran las especializaciones, incluía conocimientos en una gran cantidad de áreas, por lo que era común que los filósofos aportaran descubrimientos en múltiples disciplinas: en física, astronomía, ingeniería, matemáticas, etcétera.
Por ejemplo, si revisamos las aportaciones de Platón, quien fue alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, notamos que realizó avances en múltiples campos del conocimiento. Estas fueron asentadas en sus obras científicas y literarias: en los Diálogos y La República presenta la filosofía política de un Estado ideal; en el Fedro, desarrolla una compleja teoría psicológica; en el Timeo, muestra un ensayo de cosmogonía, cosmología y física; y en el Teeteto introduce el primer estudio conocido sobre filosofía de la ciencia. Además, para dar continuidad a los descubrimientos científicos y trasmitirlos a conocer a las siguientes generaciones, fundó la Academia de Atenas, donde estudió Aristóteles.
En el caso de Aristóteles, notamos que fue el creador de la lógica formal, hizo contribuciones a la economía y a la astronomía; fue el precursor de la anatomía y la biología y es considerado el padre de la zoología y la botánica. Sus aportaciones a la ciencia perduraron por muchos siglos y su teoría geocéntrica del Universo permaneció intacta hasta la Edad Media.
Esta manera de formar a los filósofos y de hacer aportaciones al avance del conocimiento sobre nuestra naturaleza se siguió cultivando durante muchos siglos. Otros ejemplos más recientes son: Galileo, astrónomo, filósofo, matemático y físico, quien estuvo relacionado estrechamente con la revolución científica y demostró que muchas de las teorías de Aristóteles eran erróneas. Sus aportaciones incluyen la mejora del telescopio, gran variedad y cantidad de observaciones astronómicas, que incluyen el descubrimiento de las lunas de Júpiter, y un apoyo determinante al modelo heliocéntrico del Universo.
Otro excelente ejemplo fue Newton, considerado como físico y matemático. Fue el autor de los Principia, obra donde describió la Ley de Gravitación Universal y estableció las bases de la mecánica clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Entre sus otros descubrimientos científicos destacan los trabajos sobre la naturaleza de la luz y la óptica. También a él se le atribuye el desarrollo del cálculo integral y diferencial y el desarrollo del teorema del binomio.
Sin embargo, a principios del siglo XX, con la consolidación del sistema universitario europeo y en Estados Unidos, se empezó a dar un gran número de descubrimientos científicos y sus aplicaciones se multiplicaron en cuanto avanzó el siglo. Esto llevó a las autoridades educativas a limitar la formación de profesionistas en campos específicos y a diferenciar los niveles educativos; los planes de estudio de las licenciaturas se centraron en disciplinas específicas. Así, la carrera de medicina incluye pocos o ningún curso de matemáticas o de física; los matemáticos y físicos a su vez no aprenden en su carrera nada de biología y mucho menos de medicina.
Los niveles de maestría y doctorado se identificaron con la especialización y la investigación, respectivamente. Aunque los grados de doctorado aún se denominan en países de habla inglesa como Philosophy Doctor, la formación dista mucho de los filósofos de la antigüedad. Bajo este esquema, sin duda se han hecho avances importantes en áreas específicas al dedicar el intelecto individual a entender y resolver problemas particulares de esa disciplina.
No obstante, cada vez es más notoria la necesidad de promover una educación multidisciplinaria, aunque sea en un número pequeño de intelectuales. Los problemas más complejos, como el funcionamiento del cerebro, el cambio climático global, la operación de megaciudades, etcétera, requieren de la participación de académicos con conocimientos en varias disciplinas y con una actitud de cooperación con científicos de otras ramas para sumar esfuerzos y entender mejor esos complicados sistemas o fenómenos.
Con esa idea se han fundado institutos mutidisciplinarios en todo el mundo; en Estados Unidos se fundó en la Universidad Estatal de Nueva York en 1998 el Centro Multidisciplinario de Investigación de Ingeniería de Terremotos (MCEER, por sus siglas en inglés), el cual es un centro dedicado al descubrimiento y desarrollo de nuevos conocimientos, herramientas y tecnologías que preparen a las comunidades a enfrentar los sismos y otros desastres naturales.
El MCEER, compuesto por un consorcio de investigadores de numerosas disciplinas de instituciones de todo Estados Unidos y aliados con industriales, se extendió de su finalidad original de investigación a otra que atiende los impactos técnicos y socio-económicos de una gran variedad de riesgos, tanto naturales como de los generados por el hombre.
En el Medio Oriente se fundó en la Universidad Hebrea un Centro Multidisciplinario para la investigación del Medio Ambiente. Esta institución tiene como finalidades el promover la educación, hacer conciente al público en general sobre aspectos ambientales y realizar investigación multidisciplinaria a lo largo de las siguientes líneas: A) Desarrollar un entendimiento más profundo de los procesos e identificar los parámetros que denoten cambios ambientales a nivel local, regional y global.
B) Estudiar el efecto de las actividades humanas sobre factores ambientales, tales como suelo, aire, agua y examinar las opciones para combatir esos efectos.
C) Diseñar nuevas herramientas y métodos, involucrando la tecnología, la economía, la legislación y la planeación para combatir los riesgos ambientales.
En Europa se fundó en la Universidad de Uppsala el Centro Multidisciplinario de Ciencias Computacionales Avanzadas (UPPMAX), en 2003. Este centro alberga supercomputadoras de alto desempeño y tiene un grupo que hace desarrollos para la optimización de los recursos computacionales. Dentro de los temas de investigación que se realizan en ese centro se encuentran:
A) Mecánica cuántica computacional, en la que se desarrollan códigos para resolver problemas de física y química cuántica.
B) Desarrollo de códigos y algoritmos para asistir a los científicos que tratan de migrar sus programas computacionales de un formato que usa un solo procesador a otro en el que se usan varios simultáneamente.
C) Aplicaciones a la bioinformática para asistir a investigadores del área médica y biológica a procesar la enorme cantidad de información y datos de sistemas biológicos y tratamientos médicos en los equipos de supercómputo que posee el centro.
En nuestro país, el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológico, Centro de la Red Conacyt, se diseñó con esa vocación. Este consta de cinco divisiones en las áreas de matemáticas aplicadas, biología molecular, geociencias, ciencias ambientales y materiales avanzados. Dentro de los programas de posgrado se ofrecen cursos básicos de física, matemáticas y biología, que toman todos los estudiantes de las diferentes especialidades.
Desgraciadamente, los resultados de esa iniciativa de integración para atacar problemas complejos no han tenido el éxito esperado. La razón principal es que en las últimas generaciones no se ha fomentado la actitud de conocer más de lo que en las carreras tradicionales se enseña, ni ha adoptar una actitud de colaboración. Nosotros mismos, los profesores, no fuimos educados con esa mentalidad y nos cuesta trabajo integrarnos a un grupo de trabajo multidisciplinario.
De esos resultados, no hay duda que existe la necesidad de formar desde temprana edad a estudiantes con esas características. Dentro del sistema educativo actual, deberían haber opciones para estudiantes con alta capacidad intelectual, curiosos, inquisitivos, críticos y con la disposición a invertir más tiempo del normal en una preparación más integral. Debería ofrecerse una carrera en la que los dos primeros años fueran de formación general a fondo y el resto de la carrera enfocarse a alguna área en particular.
Eso implica elaborar un proyecto educativo para formar profesionistas con una mentalidad nueva. Para lograr ese fin, se necesitan diseñar programas de estudio con las características mencionadas, pero además se debe conjuntar una planta de buenos profesores que compartan la idea de la multidisciplina.
Para nuestra sorpresa, en Brasil se acaba de fundar la Universidad Federal ABC (UFABC) en Río de Janeiro, en la que tratan de formar a jóvenes con un interés en la multidisciplina. El profesor Luiz Bevilacqua presentó hace unos días la iniciativa en la Reunión General de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo, en Durban, Sudáfrica.
El proyecto está en manos de un comité formado por 25 de los más prestigiados científicos brasileños, con intereses en múltiples áreas. El profesor Bevilacqua mencionó que la forma tradicional de organización universitaria debe de revisarse a fondo. Es necesario implementar una formación educativa más flexible y acorde a la dinámica de nuestros tiempos.
El principal compromiso de la UFABC es recobrar el aprecio por el aprendizaje científico, que muestre la belleza inherente en los misterios de la naturaleza. La institución se fundó bajo la premisa de que el avance en el conocimiento no sólo debe responder a las demandas del mercado, sino principalmente para enriquecer el inquisitivo espíritu humano.
Los resultados de esta universidad deberán seguirse con atención y valorar la posibilidad de implementar un programa, en nuestro país, con una filosofía similar, que nos permita formar a investigadores con la mentalidad y formación suficientes de afrontar los complejos problemas actuales y futuros.
José Luis Morán López
Profesor de la Facultad de Ciencias, UNAM
* Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República (CCC) consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx
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